Martín García, río de la Plata, 1814
Combate de Martín García. Óleo de Emilio Biggeri - Museo Naval de la Nación.
Operación cumbre de un estratega: la toma de la isla Martín García
A fines de 1813 la presencia de los buques españoles en nuestras costas se hacía cada vez mayor y molesta.
El general Manuel Belgrano, derrotado en Vilcapugio y Ayohuma, había emprendido la retirada desde el norte y las tropas patriotas del general José Rondeau, que bloqueaban por tierra a Montevideo, no tenían posibilidades de éxito si al mismo tiempo no se impedía el aprovisionamiento de esa plaza por el Río de la Plata.
A pesar del fracaso naval del primer intento en San Nicolás en 1811, el gobierno patrio decide reiterar la creación de una flota y nombra en su comando al irlandés Guillermo Brown con el grado de teniente coronel, por su experiencia en buques de guerra y mercantes.
Totalmente consustanciado con el patriotismo criollo, prepara un plan amplio y ambicioso sobre ideas del general Carlos María de Alvear y Manuel de Sarratea, para erradicar el dominio de los españoles en el Río de la Plata.
Presentado y aprobado, se inician aceleradamente los trabajos de alistamiento.
El plan exigía primero conquistar la isla Martín García, reducto fortalecido de los españoles que dominaba el acceso a los ríos Paraná y Uruguay, provocar con ello la atracción y atacar parte de la flota española surta en Montevideo que pudiera concurrir en su apoyo. De lograrse el éxito, atacar posteriormente al resto de la flota española y bloquear el puerto de Montevideo, entrada obligada al Río de la Plata, dando apoyo así al general Rondeau en su bloqueo por tierra; caso contrario volver a Buenos Aires.
Ciertas posiciones geográficas, como fue el caso de la Isla Marín García, pueden resultar decisivas en el avance hacia el centro de gravedad, aún cuando no estén tan directamente conectados.
Nada era sencillo. Brown no sólo se vio en la necesidad de alistar los buques aptos y necesarios en el poco tiempo que tenía, sino también debía instruir y adiestrar la tropa para sus dotaciones y en particular, para realizar un desembarco con tropas preparadas especialmente ante un enemigo reforzado en el terreno con armas livianas y una artillería posicionada estratégicamente para impedir la aproximación y el desembarco.
Se gestaba así la primera operación anfibia argentina.
La proyección desde el agua de una fuerza de desembarco hacia una costa hostil con apoyo naval era toda una novedad entre los hombres y requería del máximo arrojo individual y coordinación.
El trabajo de inteligencia para conocer los pormenores de esa defensa en la isla, insumió a Brown la máxima cantidad de horas basándose en la información que él ya tenía de la misma y la que obtenía de todos aquellos que de alguna manera habían tenido acceso a ella.
Fue muy importante la información suministrada por el teniente José Caparrós, que el 6 de julio de 1813 realizó un golpe de mano sobre la isla, llevándose tres cañones, fusiles, pistolas y municiones, amén de una balandra realista y algunos refugiados.
Brown conocía la capacidad del capitán Jacinto de Romarate al frente de la escuadra realista y nada improvisó.
El 8 de marzo zarparon la fragata “Hércules” (buque insignia de Brown), la corbeta “Zephyr” o “Céfiro” y el bergantín “Nancy”. Al día siguiente lo hicieron las goletas “Juliet” y “Fortuna”, la balandra “Carmen” y el falucho “San Luis”. Se dirigieron hacia la isla Martín García que contaba con una guarnición española con varias piezas de artillería y tropa de pie, apoyada por una escuadra al mando del capitán Jacinto de Romarate, compuesta por 9 naves y tripulación con mucha más pericia que la patriota.
Entre los días 10 y 12 de marzo la flota fondeó a pocas leguas de la adversaria y con la “Juliet” a la cabeza de la línea, buscaron contacto con el enemigo. La “Juliet” inició el fuego, y la “Hércules”, desafortunadamente, encalló a una distancia de tiro de un mosquete, quedando en una posición tan comprometida que no pudo utilizar toda su artillería y se valió solamente para defenderse de sus 3 cañones de proa. Allí encuentran la muerte, entre otros, el comandante de la “Hércules” Elías Smith y de la “Juliet” Benjamín Seaver. El práctico de la “Hércules” también perece en la lucha.
La “Hércules” resistió gallardamente el ataque de las naves de Romarate y de la batería instalada en la costa, pero afortunadamente la oscuridad de la noche impidió la continuación de la lucha hasta el amanecer del día siguiente, cuando, habiendo zafado de su varadura, maltrecha, desgarrada por 82 impactos de cañón y con numerosas bajas, lentamente inició la retirada para reparar averías y conseguir refuerzos.
Nuestro Almirante, formó la fuerza de desembarco con veteranos de otros enfrentamientos que ya habían probado su entrega y heroísmo, y ante el imprevisto de haber perdido al jefe de la operación, Seaver, a último momento puso al mando de esta al sargento mayor de marina Ricardo Baxter.
Los 350 efectivos disponibles quedaron conformados en dos grupos, uno embarcado y otro de desembarco, quedando este último (240 hombres) a las órdenes del teniente Pedro Oroná (Batallón de Dragones), incorporado como refuerzo con 40 hombres desde la Colonia en la Banda Oriental.
Los buques dispuestos para la operación estarían, parte en proximidades de la isla en condiciones de apoyar con su artillería el desembarco, y el resto, a órdenes de Brown, en posición apta para el ataque a la flota española sobre la costa noroeste donde su comandante, el capitán Romarate, se hallaba en espera en proximidades del Muelle Viejo.
En la noche del 14 de marzo quedó todo alistado. Esta sagaz maniobra de Brown permitió, como se verá después, cumplir con el plan previsto.
El 15 de marzo de 1814 a las dos y media de la madrugada, en total sigilo, los dragones capacitados para el combate de a caballo, con freno en mano, desembarcaron en proximidades del corral donde se sabía que los isleños guardaban sus equinos y tomados éstos, allí esperaron para intervenir con el ataque principal a las baterías emplazadas.
El resto, conformados en tres grupos cada uno, hizo el desembarco a la hora coordinada, llevando su centro de gravedad sobre el emplazamiento de las baterías de artillería y un ataque secundario sobre las defensas dispersas en protección del caserío y otras instalaciones.
El desembarco sobre la costa sureste de la isla, elegido por el propio Brown, contó con apoyo de fuego naval de los barcos previstos. El combate se hizo duro, la resistencia combatió con el máximo furor y nuestras tropas, incentivadas en la oscuridad por el redoble del tambor y pífano con sones de la marcha “La mañana de San Patricio” (otra idea de Brown), alcanzaron los objetivos en los tiempos previstos. Los fusileros españoles resultaron arrollados por las tropas combinadas de Baxter y Oroná y al despuntar el sol, en plena persecución del enemigo que buscaba embarcarse en los buques españoles en el muelle viejo, la Bandera Argentina era izada por el teniente primero Thomas Jones, primer oficial del “Céfiro”, como señal de misión cumplida.
Romarate no perdió un segundo y antes de verse atacado por los buques de Brown que estaban en condiciones para ello, emprendió la fuga hacia el norte buscando refugio en Arroyo de la China (Concepción del Uruguay).
Martín García permitió que poco tiempo después - 17 de mayo de 1814 - Brown, con refuerzos recibidos desde Buenos Aires, venciera lo que quedaba de la flota española e iniciara el bloqueo de Montevideo que caía definitivamente ante las tropas del general Alvear un mes después.
Con las operaciones en la isla de Martín García y Arroyo de la China, la derrota de la Real Armada Española en Montevideo y el posterior bloqueo de este apostadero español en el Río de la Plata, finalizó el dominio de España en nuestras aguas, permitiéndole al general José Francisco de San Martín gestar su gran campaña americana.
Referencias bibliográficas:
- Historia del Almirante Brown, Héctor R. Ratto. 3ra. edición. Instituto de Publicaciones Navales y Departamento de Estudios Históricos Navales del Estado Mayor General Naval, 1985. Págs. 33 a 41.
- Primer Almirante de los argentinos, Miguel Ángel De Marco. Emecé, 2021. Págs. 89 a 95
- Combate de Martín García. Revista del Mar N° 86, págs. 20 a 22.
- Combate Naval de Martín García, por José R. Bamio, en Revista del Mar N° 109, págs. 61 a 67.
- La Campaña de Martín García a Montevideo de 1814, por Marcelo Tarapow, en Revista Visión Conjunta - Año 6 - N° 11, 2014, págs. 31 a 35.