Finalizado el desembarco y toma de Martín García el 15 de marzo de 1814, las fuerzas de Brown hicieron uso de las baterías allí ubicadas y dispararon con todo lo disponible contra las fuerzas españolas, mientras la fragata “Hércules” era conducida a Colonia, para continuar las reparaciones de las averías producidas en los combates previos.
El jefe español, capitán de navío Jacinto de Romarate, alejándose de aquel teatro de operaciones, remontó el Río Uruguay con el propósito de obtener víveres y establecer una batería costera para apuntalar desde tierra sus movimientos, ubicándose en Arroyo de la China, actualmente en inmediaciones de la ciudad de Concepción del Uruguay.
Imagen: Voladura de la balandra Carmen. Emilio Biggeri. 1962. Museo Naval de la Nación.
Brown suponía que Romarate estaba sin municiones y dispuso que una escuadrilla con seis naves menores, al mando del capitán Tomás Notter, saliera en su persecución.
La flotilla patriota estaba integrada por la sumaca “Santísima Trinidad” que mandaba Notter, la balandra “Carmen” a las órdenes de Pedro Samuel Spiro, la goleta “Fortuna” comandada por Pablo Zufriategui, la cañonera “Americana” al mando de Francisco Seguí y el falucho “San Luis”, que mandaba Juan Handel.
Enterado Romarate de que era perseguido, dispuso sus buques en la boca del arroyo, con amarras a tierra y se alistó para el encuentro. Cabe destacar que la flota realista contaba con dos bergantines, unidades mucho más poderosas que las de la fuerza patriota.
El 28 de marzo la flotilla alcanzó al jefe español. El ataque liderado por Notter fue violento y decidido. Se creía que los españoles carecían de pólvora y municiones, debido a su agotamiento en las acciones de Martín García, pero, muy por el contrario, produjeron una lluvia de proyectiles y metralla. Luego de tres horas de combatir, el resultado fue adverso a las fuerzas patriotas: la “Santísima Trinidad” encalló y perdió las tres cuartas partes de su tripulación, muriendo Notter y quedando herido su segundo comandante, el capitán Ángel Hubac, por lo que asumió el cargo Nicolás Jorge, secundado por Leonardo Rosales; la balandra “Carmen” fue barrida por el fuego, y al comprender que iba a ser abordada, su capitán, el marino de origen griego Spiro, hizo desembarcar a la tripulación y con una mecha voló la nave, con él a bordo; las otras tres naves, cargadas de muertos y heridos, lograron alejarse finalizado el combate.
La posición de Romarate era demasiado sólida y su artillería superaba en mucho a las pequeñas piezas de los buques patriotas.
Brown fue objeto de críticas por parte del gobierno de Buenos Aires, a las que respondió aduciendo que, si hubiese sabido que sus hombres corrían peligro, no los hubiera enviado. Tenía todas sus energías puestas en cumplir el objetivo de tomar Montevideo, y decidió concentrar todo el poder a naval en Colonia, desde donde pretendía proyectar las operaciones.
A pesar de la derrota que soportó la flotilla patriota y las pérdidas materiales y humanas, este hecho tuvo un aspecto positivo, puesto que Romarate permaneció aislado en aguas del río Uruguay, impedido de auxiliar al resto de la flota realista que estaba apostada en Montevideo, beneficiándose de esta manera los planes de Brown. Puede decirse que la ausencia del jefe naval Jacinto de Romarate en el combate naval de Montevideo dos meses más tarde, coadyuvó al triunfo de nuestras fuerzas en la toma de esa plaza y bloqueo del puerto.
Asimismo, el combate naval de Arroyo de la China dejó un legado de heroísmo en la historia naval argentina: la actuación del joven teniente Pedro Samuel Spiro y la decisión de inmolarse junto a su balandra “Carmen”, para que no fuese tomada por el enemigo, demostrando ser un digno descendiente del pueblo griego, cuyas proezas tan bien relató Homero.
Referencias bibliográficas:
- Jacinto R. Yaben, Biografías argentinas y sudamericanas, tomo IV. Editorial Metropolis, Buenos Aires, 1939. Pág. 148.
- Bamio, José, Combate del Arroyo de la China, en Revista del Mar Nro. 109, año XXIV, pág. 29- 30.
- Corradini, Atilio, El Combate de Arroyo de la China, en Revista del Mar Nro. 73, pág. 38-39.