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Instituto Nacional Browniano

ACCIONES NAVALES

Combate Naval de Monte Santiago. (𝟕 𝐲 𝟖 𝐝𝐞 𝐚𝐛𝐫𝐢𝐥 𝐝𝐞 𝟏𝟖𝟐𝟕)

Derrota de la escuadra republicana y muerte del valiente Francisco Drummond.

Corría el mes de febrero del año 1827 y ya habían transcurrido catorce meses de iniciada la guerra contra el Imperio del Brasil. 

Combate Monte Santiago. Óleo sobre lienzo, Eduardo De Martino .

El Presidente Bernardino Rivadavia, a pesar de los triunfos trascendentes de las armas patriotas en Juncal, Ituzaingó y Cerro de la Caballada en Carmen de Patagones, dispuso abrir el diálogo con los brasileños con el propósito de firmar un acuerdo de paz. Pero a su vez, el almirante Guillermo Brown recibió una comunicación en la que se consideraba que uno de los medios más eficaces para reducir al Emperador del Brasil a firmar una paz justa y conveniente, era el de hacer sentir a su comercio y costas toda la fuerza de una guerra marítima de corso. Se le ordenó a Brown entonces, seleccionar cuatro buques y emprender un nuevo crucero sobre las costas enemigas. Consciente del paralizante efecto moral de sus incursiones corsarias, y en cumplimiento de lo ordenado, inició la campaña con los bergantines “República”, buque insignia al mando de Guillermo Granville, e “Independencia”, con el escocés Francisco Drummond al mando; la barca “Congreso”, al mando del inglés Guillermo Mason y la goleta “Sarandí”, a cargo del norteamericano John Coe. 

Zarparon de Los Pozos la tarde del 6 de abril de 1827 y en la mañana del 7, pese a los intentos de burlar el bloqueo de la escuadra imperial, lamentablemente fueron avistados por el buque vigía de la fuerza enemiga. Fue entonces que se hizo necesario buscar las bajas profundidades para eludir la persecución de las unidades brasileñas mayores.

El Almirante Rodrigo Pinto Guedes, comandante de la flota imperial, dispuso que parte de sus buques cortaran todos los pasos y delegó la responsabilidad de la acción en el capitán de mar y guerra James Norton. 

Los dos bergantines argentinos, debido a un error de cálculos del piloto de la “Independencia” que navegaba a la cabeza de la línea, quedaron varados en el banco de Monte Santiago, frente a la Ensenada de Barragán; mientras que los otros dos buques menores fondearon cerca, pero los vientos y la marea impidieron liberarlos. 

Los brasileños no se acercaron demasiado por temor a encallar, pero atacaron hasta las cuatro de la tarde, sufriendo los argentinos daños menores gracias a los artilleros que demostraron eficacia para mantener a raya al enemigo. Brown ordenó no disparar más para ahorrar munición. 

Por la noche, los imperiales engrosaron sus fuerzas con tres buques más, por lo que contaban con diecinueve velas y un poder de fuego muy superior. 

El día 8, con el río crecido, los brasileños se propusieron terminar con las fuerzas enemigas, por lo que se acercaron y descargaron toda la artillería. El bergantín “Independencia” quedó casi destruirlo, y la “Sarandí”, con sus aparejos destrozados. Los imperiales, por su parte, habían sufrido nuevos y considerables daños, aunque seguían en combate con la certeza de que derrotarían al almirante republicano. 

A las cuatro de la tarde los disparos habían amainado. El escocés Drummond, que había perdido una oreja por un disparo, dejó el mando a cargo del teniente Robert Ford y se dirigió en bote al “República” para buscar municiones, desoyendo la orden de Brown de abandonar su nave e incendiarla. Al no conseguirlas, se alejó del “República” y dirigiéndose a la “Sarandí”, fue alcanzado por una bala de cañón que le impactó en la pelvis y le fracturó el fémur. 

La “Independencia” cayó en manos de la flota imperial, pero dado su estado de destrucción fue incendiada. Brown, herido por una esquirla, hizo abordar a sus oficiales, entre los que se encontraba Granville con su brazo izquierdo amputado por disparo de cañón, y a su tripulación en la “Sarandí”, y ordenó al teniente Juan King que clavase la artillería y volase el “República”. 

La “Sarandí”, reparada en la medida que se pudo, junto a la “Congreso” se dirigieron a Buenos Aires. En la cámara de la primera, se encontraba herido mortalmente el sargento mayor de marina Francisco Drummond, quien mandó llamar a su amigo el capitán Coe y le pidió que entregase su reloj a su madre y su anillo a su prometida, Elisa Brown, hija del Gran Almirante. A Brown, que se encontraba presente, le dijo “Almirante, muero cumpliendo mi deber”, y falleció. 

Drummond tenía 28 años y su padre y cuatro hermanos ya habían muerto en combate. Fue velado en la Comandancia de la Marina, y a las cuatro de la tarde del 9 de abril fue enterrado en el cementerio protestante, al costado de la iglesia del Socorro, hasta donde sus compañeros de armas llevaron el féretro sobre sus hombros, acompañados de un interminable cortejo. El reverendo Armstrong rezó un responso en memoria del joven héroe, mientras cada cuarto de hora se hacía escuchar un cañón. 

El 19 de abril, Brown, que debió guardar cama una semana por su herida, se dirigió al hospital para repartir entre los heridos el dinero que había sido reunido por una colecta efectuada entre los pobladores de Buenos Aires. Era el hombre más popular de la ciudad, al punto que al grabador Juan Bautista Douville, un naturalista y etnógrafo francés que se había radicado en Buenos Aires a fines del año anterior, le sacaban de las manos las litografías que imprimió con el rostro del almirante que era el terror de los brasileños. 

En Monte Santiago la escuadra argentina sufrió una derrota que costó setenta muertos, ochenta heridos y la pérdida de los bergantines “República” e “Independencia”. Reducida ésta, el Imperio tuvo la oportunidad para reforzar el bloqueo. Debido a la escasez de medios, se coartó la posibilidad de combatir frontalmente a un enemigo numéricamente superior, siendo el corso bajo bandera de la República Argentina el medio ofensivo más efectivo de llevar a cabo la guerra en el mar. 

Pese a haber sido una derrota, la actuación del Comandante de nuestra Escuadra, el Almirante Guillermo Brown, sus capitanes y tripulaciones, con su temple y excepcional valentía, agregaron uno de los más preciados laureles a la Historia Naval Argentina. 

Bibliografía consultada:

  • Ratto, Héctor, Historia del Almirante Brown, 3° edición, Instituto de Publicaciones Navales. 1985.
  • Arguindeguy, Pablo y Rodríguez, Horacio, Guillermo Brown. Apostillas a su vida. Instituto Nacional Browniano. 2005.
  • Oyarzábal, Guillermo, Guillermo Brown. Librería Histórica, 2006.
  • Aguinis, Marcos, El combate perpetuo. Ed. Sudamericana. Buenos Aires 1999.
  • De Marco, Miguel Ángel, Brown, el primer almirante de los argentinos. Emecé, Buenos Aires, 2021.