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Instituto Nacional Browniano

Combate Naval de San Nicolás

2 de marzo de 1811. Bautismo de fuego de la Armada Argentina

Hace 214 años un día como hoy, se libraba el primer combate naval argentino.

San Nicolás fue un enfrenamiento en el Río Paraná entre las fuerzas españolas apostadas en Montevideo y la primera escuadra creada, después de la Revolución de Mayo, por el gobierno patrio de 1810.

A principios de 1811 Montevideo fue nombrada capital del Virreinato del Río de la Plata en reemplazo de Buenos Aires, declarada en rebeldía, y desde allí el nuevo virrey español, Francisco Javier de Elío, siguió intentando recuperar los territorios insurrectos de la cuenca del Plata. Es en ese momento cuando se plantea la necesidad de contar con una flota argentina.

Imagen: Combate Naval de San Nicolás, Óleo de Emilio Biggeri, 1965.

Los primeros pasos en la formación de una escuadra naval que respondiera al gobierno de Buenos Aires los llevó a cabo el comerciante español Juan Larrea, quien fuera relevado en 1811 por el diputado por Salta en la Junta Grande, Francisco de Gurruchaga, quien equipó con ayuda del gobierno y algunos privados, la primera escuadrilla patria. Para ello se arrendó un almacén en el Puerto de Barracas, donde se reunieron materiales de todo tipo como cañones, maderas y cabos; luego se reclutaría a los tripulantes, gavieros, contramaestres, carpinteros y artilleros. Dado que los criollos desde los inicios de la Colonia habían dado “espalda al mar”, organizar esta fuerza fue todo un desafío, los gauchos acostumbrados a las labores de la gran llanura, no se sentían cómodos embarcados, por lo que las tripulaciones en su mayoría se reclutaron entre los buques mercantes extranjeros; de ahí la diversidad racial que se observa en los listados.

Después del 25 de mayo de 1810, en el puerto de Buenos Aires solo quedaban pocos navíos y en un estado desastroso, pero con la eficacia y pericia que caracterizaba a estos primeros patriotas, se lograron recuperar tres pequeños buques que se convirtieron en la primera flota naval: la goleta “Invencible” de 12 cañones y 66 hombres, comandada por el teniente coronel Juan Bautista Azopardo; el bergantín “25 de Mayo” de 18 cañones y 108 hombres al mando del capitán Hipólito Bouchard; y la balandra “Americana” compuesta por 3 cañones y 26 hombres al mando del teniente Ángel Hubac. Sus nombres inspiraron la frase “a partir del 25 de Mayo sería invencible la causa americana”.

En febrero de 1811, Gurruchaga, en nombre del gobierno, dio instrucciones en un sobre cerrado al comandante de las fuerzas navales de Buenos Aires, el teniente coronel Don Juan Bautista Azopardo y una paga anticipada a los primeros tripulantes que se pusieron en marcha inmediatamente hacia el grandioso Rio Paraná. Las órdenes indicaban al comandante que llegara hasta Santa Fe y Corrientes y apresara a cualquier buque realista que se encontrara.

El objetivo de esta primera escuadrilla fue dar apoyo a la expedición al Paraguay dirigida por el general Manuel Belgrano, enviándoles armas y pertrechos, y el Rio Paraná era para ello la vía más rápida. Se buscaba evitar la hegemonía de los buques españoles en el estuario del Río de la Plata, impedir también el comercio entre Asunción y Montevideo y fortalecer el contacto entre Buenos Aires y las provincias del Litoral.

Al enterarse en Montevideo del armado de la flotilla, se tomaron medidas rápidamente con el objetivo de terminar con el gobierno revolucionario. El 12 de febrero se ordenó un bloqueo y a cuatro de sus naves a zarpar: los bergantines “Cisne” y “Belén” y los faluchos “Fama” y “San Martín”.

Azopardo decidió esperarlos en uno de los brazos del Rio Paraná, frente al pueblo de San Nicolás de los Arroyos donde fondeó y armó una batería en tierra con 4 cañones al mando de Hubac.

En la mañana del 2 de marzo, los tres barcos se enfrentaron en proximidades de San Nicolás de los Arroyos con la enorme escuadra española comandada por el capitán de fragata Jacinto de Romarate, quien, luego de un combate desigual, logró desbaratar el empeño de los nacionalistas.

La “Invencible”, que recibió la mayor parte del fuego enemigo, sufrió múltiples bajas y sus tripulantes abandonaron sus puestos. Azopardo, arma en mano, restableció el orden.

El “Cisne” atacó ferozmente a la “25 de Mayo” que tenía una marinería formada en su mayoría por criollos sin experiencia en la lucha en el agua y que desconocía la vida a bordo; se lanzaron al agua sin saber nadar, ajenos al ámbito naval, al ser abordados por los realistas. Los gauchos abandonaron la embarcación y se refugiaron en una isla vecina. Esta situación se repitió en la balandra “Americana”. La “Invencible” fue la que más resistió el embate enemigo, combatiendo cuerpo a cuerpo en su cubierta.

Asumiendo la batalla perdida, Azopardo intentó volar la santabárbara de la goleta, pero al ver la cantidad de heridos que había a bordo, resolvió entregarse con un total de 60 combatientes patriotas que se encontraban en cubierta de la nave, entre muertos y heridos.

Los tripulantes y parte de los oficiales fueron tomados prisioneros y llevados a Montevideo junto con los buques, en tanto Juan Bautista Azopardo fue llevado a prisión en España, donde permaneció hasta 1820.  

En Buenos Aires, al conocerse la derrota, se inició un sumario por la pérdida de las naves. La responsabilidad recayó sobre el comandante quien no pudo defenderse de las acusaciones, y el resto de los imputados fueron absueltos.

A modo de cierre, tomamos las palabras del capitán de navío (RE) magister Tomás Merino que ayudan a comprender el porqué y el sentido de este combate:

“Sin elementos, sin hombres, sin afinidades por las cosas del mar, el combate de San Nicolas fue el epílogo de una organización precipitada. No era posible la victoria cuando el espíritu de las tripulaciones era un verdadero mito, cuando no existía esa fuerza misteriosa que da la disciplina, cuando la preparación era más que deficiente, y cuando el dominio del mar no pudo ser comprendido íntimamente en esas horas de tempestuosa actividad.

Este combate fue una lección muy bien aprendida por la Junta Provisional Gubernativa, y luego de ella sus enseñanzas fueron conocidas por los gobiernos del Triunvirato y el Directorio: que la Revolución no se impondría mientras las naves del Real Apostadero de Marina de Montevideo surcaran impunemente las aguas. Todos esos primeros gobernantes ante el infortunio del desastre naval del 2 de marzo de 1811 aprendieron que la adversidad es la primera guía de la verdad.”

Bibliografía de referencia:

  • Merino, Tomás, Desde el 25 de Mayo, es Invencible la causa Americana. Combate naval de San Nicolás de los Arroyos. 21 de marzo de 1811, Instituto Nacional Browniano, Buenos Aires, 2011.
  • Spinelli, Guillermo, Argentina desde el mar: Introducción a la Historia Naval Argentina 1776-1852, Ministerio de Defensa. Presidencia de la Nación. Buenos Aires, 2021.