Nacido en Barcelona el 22 de marzo de 1819, muy joven llegó a nuestras tierras, a las que consagró 41 años al servicio naval, participando de las guerras civiles, en la Guerra del Paraguay y en la defensa de la Patagonia ante los intereses chilenos.
Con 24 años ingresó como subteniente en la Armada Argentina prestando servicios al mando del coronel Nicolás Jorge, que quien como jefe estacionario en las costas de Maldonado y del Buceo, comandaba la goleta “Chacabuco” y otras embarcaciones, con motivo del bloqueo anglo francés de Montevideo (1845- 1850).
Tras la caída de Rosas, sirvió a las órdenes del coronel José Félix Murature, embarcado en el “General Pinto” participando, en la escuadra porteña, de todas las acciones navales producidas entre Buenos Aires y la Confederación, hasta que dicha escuadra fue desarmada. En 1859 volvió a ofrecer voluntariamente sus servicios en la escuadra de Buenos Aires.
Desde agosto de 1859, fue ascendido a capitán y formó parte de la Escuadra de Buenos Aires, mandada por el coronel Antonio Sussini, tomando el comando del vapor “25 de mayo”, y pasando sucesivamente a desempeñar el mismo cargo en el bergantín goleta “Nicolás”, vapores “Constitución” y “Caaguazú”. Se batió dignamente en el ataque a la ciudad de Rosario y en el combate frente a San Nicolás contra la escuadra confederada.
Entre 1863 y 1864 patrulló, en el vapor “Guardia Nacional”, los ríos Uruguay, Paraná y de la Plata. En la Guerra del Paraguay actuó en clase de teniente coronel (grado otorgado desde 1864), como segundo del coronel José Murature en el “Guardia Nacional”, batiéndose en el encuentro de Las Cuevas (agosto de 1865) donde actuó valientemente contra las baterías paraguayas. En este combate padeció la desgracia de perder a su hijo, el guardiamarina D. Enrique Py, luego que una bala de cañón le arrancara una pierna y muriera esa misma noche. Continuó interviniendo en dicha guerra hasta su total terminación.
En 1868 ascendió a coronel graduado regresando a Buenos Aires, pero el estallido de la rebelión de López Jordán en abril de 1870 le obligó a intervenir, nuevamente como segundo jefe de la escuadra comandada por José Murature.
En 1874, al llegar la nueva escuadra adquirida por Sarmiento, ocupó el cargo de segundo jefe de la misma, una vez más a las órdenes de Murature, y en octubre de ese año, durante la revolución mitrista, estuvo a cargo de perseguir a la cañonera “Paraná” que se había sublevado.
Entre 1876 y mediados de 1878, con su insignia en el monitor “Los Andes”, tuvo a su mando una de las dos divisiones de la Comandancia General de Marina, cuya jefatura ejerció el coronel Mariano Cordero.
El concepto que sus jefes tuvieron de él, quedó plasmado en varios informes, de los cuales se transcriben a continuación sólo algunos:
El coronel Jorge, expresaba: “También es de mi deber exponer y de justicia, que el capitán D. Luis Py es un buen marino, e inteligente y su conducta no ha dejado que desear, como lo pueden justificar las comisiones honorificas que ha desempeñado de un año a esta parte; es cuanto tengo que expresar en juicio de la verdad”. Opinión reforzada en un informe posterior del coronel José María Pinedo.
El coronel Murature informó: “es valiente, sereno, honrado y amigo de los hombres libres; tiene buenos conocimiento de marino.”
Por su parte, el coronel Antonio Sussini lo conceptualizó de esta manera “y si a esto se añade su bravura con los vastos conocimientos militares que posee, no debe extrañarse que el que firma lo recomiende eficazmente a la consideración de V. S. Su moral y conducta intachable, son otros tantos títulos que por sí lo recomiendan.”
Expedición a Santa Cruz
En septiembre de 1878 llegó la noticia de que la cañonera chilena “Magallanes” había capturado al buque norteamericano “Devonshire”, que tenía permiso argentino para extraer guano en la Isla de los Leones, Santa Cruz. Esa actuación del gobierno chileno, que disputaba ese territorio a la Argentina con la intención de extender su dominio por esa región hasta el Estrecho de Magallanes, provocó un conflicto internacional.
El gobierno argentino reaccionó disponiendo la ocupación militar de Santa Cruz. El Ministro de Guerra y Marina, general Julio Argentino Roca, ordenó el alistamiento de los buques que se encontraban fondeados en Los Pozos: monitor “Los Andes”, bombarderas “República” y “Constitución” y la goleta “Cabo de Hornos” que fue puesta a las órdenes de Luis Piedra Buena, experto conocedor de las costas del sur patagónico.
Encabezar esa empresa náutica era un difícil desafío, ya que importaba la conducción de buques de río por aguas del Atlántico Sur. Pero el coronel Py aceptó sin titubear la conducción de la escuadra, enarbolando su insignia en el monitor “Los Andes”, y con órdenes de tomar posesión de la costa y enfrentar a los chilenos, si fuera necesario.
Es digna de transcripción la Orden General que el valiente Py lanzó a los hombres de su minúscula escuadra antes de abandonar Patagones en su viaje al sur:
“Pronto a zarpar en el desempeño de una misión delicada del Gobierno de la Nación, es menester que para lograr el buen éxito de ella, reine la más severa disciplina y la más perfecta armonía entre todos. El patriotismo y el deber militar nos lo impone, y espero que sin esfuerzo alguno será cumplido para todos y cada uno de vosotros. Vuestro Jefe y amigo - Luis Py - Puerto de Patagones. Noviembre 18 de 1878.”
El 8 de noviembre de 1878 partieron las primeras unidades de la Escuadra, reforzada con la cañonera “Paraná” y el cúter “Los Estados”, llegando el día 21 a Santa Cruz, luego de haber sorteado toda clase de dificultades náuticas, lo que demostró la capacidad de su jefe. Finalmente, el 1º de diciembre se produjo el desembarco general y la toma de posesión por parte del capitán Py.
Calmados los ánimos, el 14 de marzo de 1879, se inició el regreso de la expedición. La “República” llegó a Puerto Deseado donde quedó de estación; la “Constitución” y el monitor “Los Andes” llegaron a Patagones donde permanecieron hasta el mes de septiembre, cuando emprendieron el regreso a Buenos Aires. Poco después el capitán Py fue comisionado con el monitor “Los Andes” para la vigilancia cuarentenaria hasta comienzos de 1880.
Por esta actuación, el 9 de julio de 1880 ascendió a comodoro. Este fue el último acto guerrero del valiente Py.
Recibió distinciones por la campaña del Río Negro y por su actuación en la Guerra del Paraguay, medallas de oro que ostentaba orgullosamente en su pecho.
Entregó su alma al Creador un 22 de febrero de 1884 en Buenos Aires, víctima de un ataque cerebral. Fue sepultado en el Cementerio de La Recoleta, donde su familia hizo levantar un monumento coronado con el busto del heroico marino.
La Prensa, en su edición del 24 de febrero, expresaba entre otros conceptos: “…Baja a la tumba el comodoro de la escuadra nacional D. Luis Py. Nacido en Cataluña, consagró su vida al servicio de la República, en cuyas peores horas le ofreció el contingente de su sangre. Py era un bravo en la más alta expresión de la palabra. Sereno sin ostentación, jamás esquivó el peligro, marchaba tranquilo a la boca de los cañones, sin esas impetuosidades del acto primo. Su carácter era suave y sencillo, pero la indisciplina y la insubordinación irrespetuosa nunca se resolvieron a su lado. Sus subalternos lo amaban, sus iguales lo respetaban y sus superiores le dispensaban las consideraciones a que son acreedores aquellos que lealmente cumplen con sus deberes. El comodoro Py era un hombre de bien.”
Fuentes:
- Yaben, Jacinto R. Biografías Argentinas y Sudamericanas. Editorial Metropolis. 1939. Tomo IV, págs. 746-749.
- Piccirili, Ricardo y Gianello, Leoncio. Biografías Navales Argentinas. 1963. Nº 8, págs. 217-223.
Imagen: Sello postal con retrato del Comodoro Luis Py por Juan Mezzadra, correspondiente a la serie Pioneros Australes. Casa de la Moneda. República Argentina. 1983.